ONCE MUJERES MUERTAS E INCRIMINADAS
Enfermaron de Covid el titular de la Zona Militar, el delegado de la PGR, el secretario de seguridad del estado, y el responsable del C5.
Pero, de acuerdo a los últimos trascendidos, son dos de ellos para quienes las cosas se han complicado: Jaime Pineda, titular de la seguridad del estado; y Ricardo Galindo Ceballos, responsable del C5.
Del primero, se informó este lunes 1 de febrero que su estado de salud se ha ido deteriorando, llegando al extremo de haber sido intubado.
En el caso de Ricardo Galindo, desde días atrás se dio a conocer que estaba en una situación “delicada”, y que también había sido intubado.
No es cierto lo que se acostumbra decir en el sentido de que ser intubado es ya una antesala segura a la muerte. Eso lo contradicen muchas personas que han sobrevivido a esa operación médica. Aunque tampoco se debe ocultar el hecho de que pocos se recuperan.
Esperemos que en el caso de los dos funcionarios la suerte esté de su lado y puedan reponerse con bien de la situación que atraviesan. A nadie se le desea mal.
Mientras esas cabezas de la seguridad pública estatal se encuentran enfermas, graves, los feminicidios y las ejecuciones cotidianas siguen en San Luis, donde las diversas corporaciones solo han estado sirviendo para ir a levantar los cuerpos, tomar datos, y archivarlos.
Cero prevención, cero detención de grupos de la delincuencia organizada que operan en el estado. Y mucha desvergüenza e inutilidad del secretario de gobierno Alejandro Leal Tovías y de su jefe el gobernador Juan Manuel Carreras López.
MUJERES ASESINADAS, LUEGO LINCHADAS EN REDES
Enero 2021 en San Luis Potosí terminó con 11 mujeres asesinadas, dando un promedio de una mujer ultimada cada tercer día.
Las últimas aparecieron de la manera más cruel: desmembradas y tiradas en bolsas negras de basura sobre la avenida Altiplano de Ciudad Satélite, en la capital potosina.
Esas mujeres, como la mayoría de las nueve anteriores, fueron luego incriminadas sin pruebas por múltiples cibernautas que casi aplauden tales horrendos homicidios.
Les atribuyen a esas víctimas andar en malos pasos, ser parte del crimen organizado, o simplemente les endilgan frases del tipo “por algo sería”, “quién sabe en qué andarían”, “eso les pasa por relacionarse con narcos”, etcétera.
Aberrante, por donde se le vea.
Primero, porque cuando se lanzan esas acusaciones ni siquiera hay investigación aún que permita asegurar la complicidad de tales mujeres en el crimen, pues se han dado casos de personas inocentes sacrificadas por otras desafortunadas circunstancias.
Y, segundo, porque aunque se hubieran dedicado a actividades ilícitas nada justifica que acaben de esa manera.
Así, los comentarios desnaturalizados de quienes las incriminan o criminalizan luego de muertas solo contribuyen a la impunidad.
Opiniones tan inhumanas en las redes sociales sirven para dar crédito e implícita razón a los carniceros que acabaron con esas vidas.
Y, además, quitan presión a las corporaciones de seguridad y a la Fiscalía, que por lo regular nunca resuelven estos casos.